domingo, 17 de junio de 2012

Despenalización de tenencia para el consumo, Ley de género.

Habría que remontarse bastante tiempo atrás, para ver tanto trabajo útil y de significación para el ciudadano común como en estos tiempos.

Nuestro congreso, nuestros legisladores, los políticos, gozan de un increíble descrédito. Han sido responsables de innumerables y razonadas críticas por cuanto se han puesto siempre en la línea de un mundo donde las personas comunes no habitamos.

Así, los grandes temas de la política, terminan siendo unas argumentaciones fláccidas de un grupo de personas que parecen vivir empujando temas que a nadie le importan.

Hoy resulta que nos vemos impregnados de significados corrientes. Son los hijos de los que viajan en el tren Sarmiento a los que injustamente someten a proceso por fumar un cigarrillo de marihuana, transformándolos en criminales, haciendo marcas indelebles en sus vidas e impidiéndoles dejar atrás, aun queriendo ciertas cosas. Son otros hijos y familias comunes a las que se les someten al rigor, la violencia de unos esterilizantes esfuerzos en los más débiles mientras, los señores de la droga esquivan al accionar de represión y encuentran nuevos productos y nuevos mercados con sus porquerías.


Son los más débiles los que no pudiendo recurrir a nadie terminan siendo marginados y maltratados por una sociedad reaccionaria, en la que la opinión más corriente, sin comprender o alojar mínimamente lo que producen sus dichos y el sentido común, sencillamente imponen motes, risitas y humoradas a personas que terminan siendo humilladas por un estado que no los incorpora.

Claro. Crecer como sociedad, también implica tolerar cosas, que de otro modo se parecen a caprichos. Ahora, nos tenemos que comprometer con soportar, incluso, lo que nos resulte inconveniente, nos ponga incómodos, nos asusten, como cuando crecen nuestros hijos. Por no saber, por no confiar, por temor o por la razón que fuera, terminamos, en un camino de buenas intenciones, impidiendo que hagan su parte en el ciclo de la vida, en el ciclo del mundo. Y entonces se nos presentan nuestros fantasmas. Y nuestros miedos condicionan respuestas imposibles. La extraña consecución de conversaciones me implican en una reflexión: Alojando el miedo, y atreverse, afrontar el desafío conociendo hasta cuanto nos puede estremecer. Esa es nuestra tarea. Esperar, sabiendo, que eso que vendrá es bueno; mejor que lo que dejamos. A ello sería apropiado nombrar esperanza.

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