martes, 3 de julio de 2012

Inseguridad, marginación, pobreza (III)

Reconstruir la malla social de nuestro país, es un trabajo enorme, de unas diez generaciones, probablemente no lo lleguemos a ver ni siquiera nosotros.

En la coyuntura nada es para el mañana. Todo es para ahora, para el “acto” para la campaña, por este año, por estos cuatro años… después no estaré aquí.

Mientras tanto miles de argentinos se levantan todos los días y apelando a una dimensión humana permanente, van trabajando, contra todo. Tratando de encontrar sentido y apostando.

Cuando nos presentan a los jóvenes, cuando se recortan las entrevistas y se recoge el testimonio, de un niño, con un pañuelo en la cara, con visera diciendo que roba para darle a la familia y que cuando lo hace, es necesario hacer lo que haya que hacer, porque “son ellos” o “nosotros”, es como si nadie pudiera decirle: no te lo creas. No es verdad. Aun así… pienso, no lo creería. Porque nadie le creería a un “ellos”. Hemos armado enormes murallas alrededor de un “nosotros”, que nos impide ver que siempre fuimos lo mismo: un “todos”. “Ellos” allí, nos ofenden a “nosotros” aquí. Y lo hacen por existir, porque perturban nuestra anestesia, conmoviéndonos con lo que tienen a la mano. Lamentablemente, hay veces, una bala.

"Podemos tolerar que sean pobres, sucios, mendigos. Podemos aceptar que anden por nuestras calles, que revuelvan nuestra basura. Que nos ensucien el barrio. Que el gobierno les de plata y planes y escuelas y notebooks. Estamos dispuestos a tolerar cualquier cosa… Eso sí, como buenos y sencillos pobres, no estamos dispuestos a que se pongan violentos. Después de todo, ¿por qué tanta consideración?..." no dicen las personas, aunque sus mensajes se lean entre líneas.

Nos hemos puesto ciegos, sordos, mudos. Arquitectos e ingenieros de asimetrías. Guardianes de un país bueno para pocos. Eso si… no nos inviten a que también y además pensemos seriamente lo que esas palabras amarillentas, borroneadas, mudas traen a nosotros: marginalidad, exclusión, pobreza. Esas palabras son demasiado demoledoras y no se las puede tolerar. Requieren demasiado esfuerzo, demasiado compromiso, demasiada verdad. Es preferible mirar la tele. La competencia por el prime time, seguro es más divertida, más fácil, más llevadera, más linda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario