martes, 3 de julio de 2012

Inseguridad, marginación, pobreza (II)

Pero resulta que cuando los funcionarios proponen entrevistas serias, para dar cuenta de lo que representa la transformación de núcleos de exclusión, donde se implica que la urbanización, la luz, los servicios, la educación presente dentro de las zonas de mayor pobreza, tienen que ser una inversión de largo plazo. Cuando durante treinta años se han desmembrado los objetos sociales que funcionaban como malla. Cuando nuestro país prometía a través de una educación, la oportunidad de mejorar. Cuando el trabajo era el medio perfecto para lograr de a poco avanzar y la Argentina crecía, porque la gente podía sacar un crédito, ahorrar, proyectar. Cuando a través de la educación pública se podía incluso cambiar de clase. Y si… otro país.

Entonces… la entrevista se hace aburrida. Nadie quiere hablar de la pobreza, nadie quiere hablar de ella comprometidamente, respetuosamente. Nadie quiere que se le pida el esfuerzo de pasar por allí, que no sea, proponiendo una colecta destinada a lograr un poco de agua, con una bomba, de manera de acallar las propias miserias, las propias angustias, las propias responsabilidades. Saldar de manera inmediata nuestra deuda, después de todo, queremos saber… pero no tanto. Estamos dispuestos a mostrar de manera morbosa lo violento, lo miserable, como si fuera un escenario donde todo es posible y convive. Como si fuera “vistoso”, sin penetrar más allá de la imagen.

Mientras las tardes, nos muestran los autos de moda, las chicas de moda y los culebrones y chismeríos de la farándula, con igual connotación que la última declaración del esposo de la mujer que agoniza, después de perder a su hijo en el vientre, victima de la violencia urbana.

Es curioso, ¿cuántos años llevará volver a poner las cosas en su lugar? ¿Por qué alguien compararía un proyecto de país, si resulta que debe viajar en el Sarmiento? Pero aún cuando sobreviviera, qué se le promete? Desde qué lugar se le puede pedir esfuerzo, paciencia, disciplina? Desde qué lugar se le puede ofrecer un futuro si tiene urgencias, inmediateces, carencias… y el ícono es el mediocre medio televisivo de moda, que nos tira a la cara que hay un camino exprés al bienestar. (continúa)

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